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  • Foto del escritorDubán Granados

Ultimate para la vida

Actualizado: 1 oct 2019

“Usted es un monstruo, me manifestaban mis entrenadores de Bádminton, sí porque no tengo un brazo” afirmaba Francisco, ¡pero le daba risa porque le decían que no! Que no era por eso, sino porque juega mucho.


Le daba pena y se sonrojaba pues sabía que se lo decían con cariño. “El mejor entrenador que hay en Latinoamérica, Alejandro Vera, me dio la opción de prepararme para participar en los juegos Paralímpicos en Tokio, Japón 2020, apoyado por el Comité Paralímpico Colombiano, ¡listo! Yo me le mido, pero sentía que este deporte no me llenaba y no continúe este proceso, pero luego conocí el Ultimate Frisbee, gracias a mi hermano Mateo, aunque a él no le gustaba mucho que lo acompañara a sus entrenamientos, el capitán del equipo “Samudio” me invitó a entrenar y el primer día en que asistí como tal a jugar, me lance por el Frisbee, lo cogí, me tire, salí todo arrastrado, pero lo agarré y me gustó porque compartí con bastante gente y existía mucha ompetencia”, esto marcó mi vida para siempre”, narra Francisco Montealegre Gonzales.


“Cisco” como le llaman sus compañeros de equipo, a sus 17 años de edad vive en el municipio de Chía – Cundinamarca, apasionado por el deporte y con grandes sueños por cumplir, nunca se ha visto limitado por los obstáculos que le ha puesto la vida. Reside con sus padres: María Esperanza Gonzales Piza y Francisco Antonio Montealegre y dos hermanos mayores, Sergio An

drés y el del medio Mateo, de veintiuno y diecinueve años respectivamente, que siempre han

acompañado cada situación adversa que el destino les traía.


“Me empezó a doler la mano izquierda, estaba esa tarde con mis padres y me sentía muy raro, porque el dolor ya era constante”, así que decidieron llevarlo a varios centros asistenciales, solo tenía 4 años y cuando llegaron al Hospital de Zipaquirá, como ya le habían dicho en otros centros

asistenciales, no encontraban explicación para lo que estaba sintiendo. “Una bolita crecía en mi mano, hasta que el Ortopedista Luis Rojas me dijo que podía ser una masa cancerígena, pero todo era solo una probabilidad”. Por este último diagnóstico la mejor opción fue remitirlo al Instituto Roosevelt, ubicado en la ciudad de Bogotá, donde de inmediato lo internaron y donde estuvo en observación por un mes, pero la masa que empezó siendo nada crecía tan rápido, que decidieron hacerle una biopsia y fue allí donde descubrieron que tenía cáncer de Rabdiomiosarcoma de Edwin Primitivo”, un virus que ataca las partes blandas del cuerpo, la lengua, los brazos, las piernas, etc., que como suelen ser todos estos tipos de enfermedades se contagian rápida y silenciosamente.


Todo se tornó muy oscuro, la realidad empezaba a cambiar la vida de Francisco, quien no tenía ni consciencia de las secuelas que traería esta situación a su vida y el arduo proceso que llevaría consigo, a pesar que desde ese día llegaría a su “Dulce Hogar” el Instituto Nacional de cancerología, como lo llamaba Francisco con cariño, ya que desde el principio de este extenso proceso, estuvo hospitalizado un año y hasta el día de hoy, asistiendo a diario casi diez años a terapias, exámenes de rutina o algún tratamiento que calmara un poco los dolores de su cuerpo; lo que pasaría tras llegar a este lugar no sería nada benévolo con él, pues esa pequeña masa que quería apoderarse de su mano, finalmente lo estaba logrando. “No me alejaba un solo

momento de él, lo abrazaba, lo besaba y le entregaba todo el amor que tenía, pues solo me dedique a este hijo, desde el momento que le diagnosticaron está fatal enfermedad” narra la madre de francisco, sentada en el sofá amarillo que da la bienvenida a la sala de su casa. 375 gramos, un peso aproximado de un balón de fútbol, ¿se puede usted imaginar que es tener ese peso en la mano de un niño de cuatro años? Sin derecho a cansarse o a querer dejar esa carga a un lado y poder jugar como un niño de su edad, empezó a perder la movilidad de su mano.


“Hijo todo lo que viene es por tu bien, solo quiero lo mejor para ti, y en este momento prefiero tenerte vivo a perderte del todo” era la forma más sutil que doña Esperanza encontró entre su angustia para decirle a Junior que unas horas antes, un 25 de abril del año 2004, el doctor le había dado una única opción antes que la muerte en forma de cáncer empezara a dominar su cuerpo totalmente y se lo llevara. Luego de la operación en que le amputaron el antebrazo izquierdo, en una intervención que duró tres horas y media, pero por el fuerte efecto que causa la anestesia en un pequeño de su edad, Junior despertó tan asustado que quedó sentado en la

camilla, observando todo a su alrededor con los ojos medio cerrados, sintió el caluroso abrazo de su madre quien lo tranquilizó, “saqué mi bracito de las cobijas, lo miré, le di un pico y me volví a acostar” y siguió durmiendo después de las seis horas en que la anestesia lo sometía a un profundo sueño.


Siendo las dos de la tarde, su padre con un tono bajo, el overol lleno de sangre, y su caminar de un lado a otro, dejan ver la ansiedad que le produce aun recordar toda la serie de sucesos que empañaron en su momento la vida de su hijo y toda su familia. Con un profundo suspiro, levanta la mirada y atiende con una sonrisa a sus clientes en la carnicería, esa misma sonrisa que Francisco a pesar de todo lo vivido aún conserva en su rostro, al igual que su progenitor y mayor

ejemplo a seguir, a quien acompaña todas las tardes a laborar haciendo domicilios o despostando carne en el negocio familiar.


“Al tener aproximadamente doce años, el asunto de mi bracito era todo un lío, me daba mucha pena que la gente, en especial las chicas tuvieran que verme así y pensaran que soy muy raro, todos me van a rechazar y seré el que se la pase solo”, pero nada terminó siendo como lo pensaba, ya que gracias al gusto que le fue cogiendo a los deportes, esto lo hacía olvidar un poco que no tenía una parte de su cuerpo.


Inició con el tenis y jugo casi cuatro años, luego el Bádminton que es un deporte muy parecido tenis, pero lo diferencia y hace sobresalir es el objeto que golpean con la raqueta, que en vez de ser una pelota de color verde fosforescente, se juega con una plumilla, mosca o gallito, son los diferentes nombres que tiene este objeto que tiene una forma circular en su punta y 16 plumas insertadas en su parte superior, que son las que le dan el efecto que le quiera dar el jugador a la

hora del partido. Pero estos dos, son deportes individuales y esto era lo que a “Cisco” no lo convencía del todo a pesar de que sobresalía en las dos disciplinas por encima de cualquier cosa, pues siempre fue de los que llegaban a las finales y dejaba el nombre de su municipio en alto en las diferentes ciudades del país donde competía.


“Luego de la amputación, empezó el tema de mi recuperación, que, en vez de ser un motivo de dicha por una nueva etapa, empezó a ser todo un viacrucis”. Después de esta enfermedad fatídica que marca la vida de cualquier ser humano, psicológicamente y en especial físicamente, se le empieza a caer el cabello y las cejas, mucho cansancio, náuseas y pérdida de peso, son algunos de los síntomas que presenta “Cisco” en su cuerpo al empezar las quimioterapias intensiva , en el cual le aplicaban una bolsa de suero “color naranja” semanalmente, lo odiaba porque era tan agotador todo el tratamiento que no podía consumir ningún alimento entero y esto junto con sus bajas defensas hizo que su peso llegara al extremo de 26 kilogramos.


La empresa de telefonía celular Movistar lo llevo a Cartagena de indias durante la última etapa de sus quimioterapias, donde duro ocho días disfrutando de “la fantástica” junto a diecisiete niños más. “Ahí conocí el mar, aunque no me gusto cuando me sumergí, pues era demasiado salado, pero me hice muy amigo de todos los que vivieron esta experiencia conmigo. Al paso de unos años, en una cita de rutina, mi mamá pregunto por todos los niños que vivieron esa experiencia conmigo, pero la respuesta fue fatídica, pues solo yo seguía vivo”.


Al finalizar la quimioterapia, debía seguir asistiendo a controles rutinarios, y al durar tanto tiempo en el cancerológico, su segundo hogar, se hizo amigo de un muchacho que infortunadamente le contagio la varicela, al tener las defensas tan bajas por lo transcurrido y después de tanto frotar las ampollas que aparecen en el cuerpo como si te hubiesen pintado todo el cuerpo con puntos rojos, la piel se le empezó a pudrir y fue internado en cuidados intensivos. Y para completar este osado y lacerante camino a la corta edad de “Cisco” se suma una fiebre de 40°, en donde ya se encontraba con un peso estable volvió a recaer y bajo 7 Kilos en una semana, algo que realmente te sorprende, y le dice el médico que lo trataba le dijo a doña Esperanza, si la fiebre no bajaba, lo máximo que duraría con vida serian 2 días.


Afortunadamente tuvo una excelente recuperación después de durar casi 4 años en la constante de vivir prácticamente en un centro asistencial, donde ni siquiera podía andar descalzo, uno de las cosas que más le gusta hacer a Francisco, volvía a una vida relativamente normal a seguir con sus estudios y con el deporte que es lo que más disfruta hacer en sus tiempos libres. Se graduó del Colegio Los Cerros de Zipaquirá con méritos deportivos y a los trece años, cuando empezó su camino en el Ultimate, un deporte que se posiciona cada vez más fuerte en nuestro país y deja el nombre de Colombia en lo más alto, ganando medalla de plata, el equipo olímpico en los últimos World Games realizados en Wroclaw – Polonia; es una disciplina deportiva que es auto arbitrada y regida como su principal característica por el bien llamado “Espíritu de juego” o juego limpio, no debe haber contacto entre los jugadores y dentro del campo de juego debe haber 7 jugadores por equipo ya sea en la categoría mixta, femenina o masculina. El objetivo es lograr llevar un disco o Frisbee de una zona de anotación ubicada en un extremo de la cancha a la otra que se encuentra del lado opuesto, haciendo pases con el frisbee sin moverse del lugar donde lo recibe y solo con la posibilidad de pivotear para así lograr concretar el siguiente lanzamiento hasta lograr llegar a la zona y anotar un punto o gol.


“A veces discutimos, pero son por bobadas dentro de la cancha, como lo haría cualquier par de hermanos, pero yo lo amo, hemos vivido muchos momentos juntos y el deporte siempre nos ha tenido unidos, tanto que hemos llegado a jugar finales departamentales y nacionales tanto en tenis, bádminton y ahora el Ultimate con la garra que tiene me hace admirarlo un montón”, Mateo sonríe y se ve la felicidad con que habla de su hermano, no duda en repetir que lo ama cada que termina de contar algunas anécdotas que han vivido , pero es que tienen una conexión tan fuerte que todo lo que pueden lo comparten.


Es como cualquier joven de su edad, se pone sus guayos, pero le fastidia tener que amarrarlos, como no sucede con cualquier otro calzado, pero Mateo le da una mano para ajustárselos y empezar a entrenar. Samudio le exige como a cualquier miembro del equipo y es imposible no admirar la confianza que se tiene en sí mismo, al momento de que empiezan a lanzar el frisbee con la mano izquierda y el no duda ni un segundo en empezar a tomar el disco con su antebrazo y lanza como si en su cuerpo no le faltara nada. “Siempre he tenido un apremiante con Cisco porque yo no lo veo diferente a los demás, tiene las mismas capacidades que todos los integrantes del club, se le nota el amor y la intensidad con que hace todo dentro y fuera de la cancha, también es demasiado orgulloso y cuando se le corrige sus errores es difícil hacerle caer en cuenta de que no tiene la razón pero guarda silencio al final el solo lo corrige, siempre nos ha sorprendido y ha hecho cosas tan extraordinarias que ya para nosotros es algo normal que rompa los esquemas”, corre, salta, vuela y deja todo por ese disco volador que le ha abierto la mente a grandes sueños y metas por cumplir.


Apoya a todos los de su equipo cada vez que están jugando un partido y cualquier cotejo se lo toma como una final, para el todo es un momento, en el que hay que dejarlo todo por el todo y ganarse así sea la alegría de un triunfo o más importante un buen rato al lado de toda su segunda familia, que le ha enseñado que su discapacidad no es ningún limitante para lograr todo lo que se propone, como por ejemplo ser de los más destacados en cada torneo que juegan y se lleva para la casa al menos uno de los premios individuales que en este deporte premian, ya sea por ser el máximo defensor o goleador del certamen. Siempre colgando una medalla se le ve a cada competencia que asiste, pero no es algo que lo desvele, pues tiene una meta la cual resume en una frase que a diario lleva en su mente y la repite constantemente “mi sueño más grande en el deporte no es solo llegar a representar a mi país en un mundial, sino llegar a decirme a mí mismo SOY CAMPEÓN MUNDIAL gracias a mi esfuerzo y sacrificio”.


Sus padres son los más orgullosos al ver a diario que Francisco no para de sorprenderlos, en especial con todo lo que se propone, “queremos de alguna manera apoyarlo, no solo con su deporte, también con el estudio” pues algo por lo que persevera, es poder estudiar Medicina Biomédica y crear su propia prótesis a la medida, y luego poder ayudar a todos los niños que sufran por la falta de alguna de sus extremidades.

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